En estos pocos y largos meses, el Gobierno ha incumplido todas y cada una de sus promesas -donde digo, digo digo Diego-. No es necesario reiterar los que el Sr. Gabilondo dice en el vídeo. Ciertamente, muchos sostendrán: “qué va a decir Iñaki Gabilondo”. Pero si hacemos abstracción de prejuicios, sin duda fundados por la trayectoria del periodista, apreciaremos que le ampara la razón en casi todo. Es cierto también que se empela duro con el Gobierno y de forma más lisonjera con el PSOE, pero no por eso deja de tener razón.
Ciertamente es grave el incumplimiento de lo prometido, o de lo que los ciudadanos creímos entender. Pero lo realmente condenable es cómo se está haciendo. Sin compartirlo, podrían comprender que ya no hubiese plazo para tecnicismos o análisis, siendo preciso utilizar el hacha sin compasión.
Lo más grave es que se está eligiendo entre las personas y los chiringuitos y privilegios de los políticos y sus negocios; entre las personas y los pesebres. Medidas y más medidas de ajuste; palabras y más palabras. Y sin embargo, los chiringuitos permanecen. ¿Por qué?
Críticas a los despilfarros pasados, por los mismos que los generaron; coincidencia feliz en cuanto a la necesidad de controlar en el futuro. Pero ¿y los controles? Eso. ¿qué controles va a haber de aquí en adelante? ¿Los controles van a seguir siendo los designados a dedo por el partido o los aupados en libre designación?
Es necesaria la transparencia; es otro punto de encuentro. Y además ahí ya hay propuesta; ¡tachán!: ¡el Anteproyecto de Ley de Transparencia! Qué indecencia…
Si quieren yo les hago una ley de transparencia y un sistema de controles, no necesito más artículos que los dedos de las manos.